Por: LAW & CORP
En esta inédita elección de jueces y magistrados, la ciudadanía tiene un papel histórico: elegir a quienes impartirán justicia. Pero la falta de información, la saturación de nombres y la escasa difusión han abierto la puerta a un fenómeno preocupante: los acordeones prefabricados.
Papeles circulan con números, nombres y “recomendaciones” de voto. Algunos ciudadanos los reciben en la calle. Otros los ven en redes. Muchos ni siquiera saben quién los elaboró, ni con qué intención. Solo les dicen: “vota así”.
Pero el Instituto Nacional Electoral (INE) en Michoacán y en México, ya se pronunció al respecto, advirtiendo que la reproducción y distribución de estos acordeones durante la veda podría constituir un delito electoral.
Por cuestiones legales, los números han sido borrados. Aun así, su existencia es una muestra clara de prácticas que vulneran el espíritu de esta elección judicial. La ciudadanía merece votar libre, sin inducciones ni trampas.
¿De verdad queremos que la justicia nazca de la obediencia ciega?
Obedecer un acordeón prefabricado es renunciar a tu derecho a decidir. Es permitir que alguien —quién sabe quién— piense por ti. Y eso, en esta elección judicial, no es solo un error: es un riesgo.
Porque si los candidatos que aparecen en esos acordeones permiten estar ahí…
¿Qué tan independientes serán al juzgar?
¿Y quiénes estarán detrás de ellos, moviendo los hilos?
¿Se podrían llamar honestos?
Lo más grave no es que existan estos papeles. Lo grave es que muchos los siguen sin cuestionarlos.
Y al seguirlos, muchos creen que están obedeciendo a sus ideales, a su causa, o incluso a la transformación del país que apoyan. Pero lo más probable es que estén siendo guiados por intereses distintos, disfrazados de afinidad política. Intereses más oscuros, más calculadores, más sedientos de poder… y tal vez, de destrucción.
¡No necesitas votar por todos!
¡No necesitas obedecer a nadie!
Con que votes por uno que conozcas, basta, con eso ayudas al país.
Ese acto de conciencia es mucho más poderoso que seguir diez números sin alma.
Porque si permitimos que los juzgadores lleguen al cargo por medios turbios,
mañana esos medios serán los que dicten las sentencias.
Hoy es un papel con números.
Mañana puede ser el silencio de la justicia, y nuestra perdición.